¿Por qué ha fracasado el feminismo?

Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que, en teoría, busca dignificar a la mujer y visibilizar las problemáticas que enfrentan en todo el mundo. Su propósito declarado es combatir las desigualdades y las injusticias que afectan a las mujeres. Sin embargo, en todos los países donde se ha implementado la perspectiva de género y la teoría feminista como eje de políticas públicas, las mujeres no han visto mejoras significativas en sus vidas. En muchos casos, la situación incluso ha empeorado.

¿Por qué sucede esto? La respuesta es evidente: cuando una solución no resuelve un problema es porque no ataca sus causas reales o porque el enfoque detrás de ella es erróneo. Peor aún, cuando una "solución" agrava la situación, es lógico preguntarse si su propósito es realmente solucionar el problema o simplemente explotarlo para otros fines.

El enfoque ideológico

El feminismo comparte con otros movimientos de izquierda la estrategia de polarización y victimización: la creación de un grupo oprimido y un enemigo al que se le atribuye la causa de todos sus males. En este caso, se ha impuesto la idea de que la mujer ha sido históricamente relegada y que la sociedad debe pagar por esta supuesta marginación. Así, la estructura legal, educativa y mediática se ha volcado en la reivindicación de la mujer feminista, al tiempo que se menosprecian otros roles como el de madre o esposa, etiquetándolos como mecanismos de opresión.

El problema es que esta narrativa, lejos de generar una verdadera solución, ha creado desigualdades legales que privilegian el testimonio de la mujer sobre el del hombre, lo que ha generado abusos y desbalances judiciales. Además, el discurso feminista nunca enfrenta los verdaderos problemas que afectan a la mujer: el crimen, la corrupción, el narcotráfico y la disolución social. Más bien, desvía la atención con campañas absurdas y exigencias que no solucionan nada.

¿Cuál es el verdadero problema que afecta a las mujeres?

El crimen organizado es el verdadero enemigo de la mujer en México. No existe un "heteropatriarcado opresor", sino redes de trata, explotación y asesinatos perpetrados por grupos delictivos que operan con total impunidad. Sin embargo, el feminismo evita señalar a estos actores porque es más fácil culpar a la sociedad en su conjunto y manipular el discurso para obtener fondos y prebendas.

Las muertas de Juárez

Durante las últimas cuatro décadas, Ciudad Juárez ha sido azotada por una violencia generalizada, en la que el crimen organizado juega un papel central. Investigaciones como Cosecha de mujeres de Diana Washington han documentado que detrás de los feminicidios en la frontera hay redes de trata de personas, complicidad gubernamental y un profundo desprecio por la vida humana.

Sin embargo, insistir en que las mujeres son asesinadas "por el simple hecho de ser mujeres" es una simplificación absurda que no resiste el menor análisis. Los asesinatos no son producto de una cultura patriarcal, sino de organizaciones criminales que ven a las personas como recursos desechables. El feminismo, en lugar de abordar el problema con seriedad, lo ha convertido en una herramienta de propaganda.

El caso de Lilia Alejandra García Andrade

El 14 de febrero de 2001, Lilia Alejandra García Andrade, una joven madre trabajadora, fue secuestrada al salir de su empleo en una maquiladora. Su cuerpo fue hallado días después en un terreno baldío. Testigos señalaron la posible implicación de un narcotraficante llamado Raúl, pero las autoridades, lejos de investigar con rigor, intentaron desviar la atención. La fiscal del caso, Sully Ponce, no solo encubrió pruebas, sino que intentó fabricar culpables.

En lugar de exigir justicia real, el feminismo ha preferido explotar estos casos para victimizar a la mujer en términos genéricos, sin señalar a los verdaderos culpables ni a las estructuras de poder que los protegen.

El feminismo y su incapacidad de enfrentar la realidad

La teoría feminista no solo ignora el problema real de la violencia, sino que deliberadamente distorsiona su interpretación. Rita Segato, una de las teóricas feministas que más se ha acercado a la verdad, sostiene que la globalización y el neoliberalismo han fomentado la cultura del desecho, donde la vida humana se ha convertido en un recurso desechable. Aunque acierta en algunos aspectos, su análisis sigue atrapado en el marco ideológico feminista, que impide abordar la complejidad del problema.

El crimen organizado no mata mujeres "por ser mujeres". Las utiliza como herramientas de control, símbolos de poder y mensajes de dominio territorial. Lo mismo ocurre con la violencia contra los hombres: son reclutados, utilizados y descartados con la misma impunidad.

El crimen como mensaje de poder

Los asesinatos en Ciudad Juárez no son actos aislados. Funcionan como mensajes dentro de una estructura de poder donde el crimen organizado se posiciona por encima del Estado. Como ha señalado Segato, estos asesinatos son rituales de dominación en los que la víctima es un instrumento de comunicación para demostrar control sobre la sociedad, las autoridades y otros grupos criminales.

El feminismo, al negarse a analizar esta realidad y enfocarse en simplismos ideológicos, no solo fracasa en su objetivo de proteger a la mujer, sino que termina siendo funcional a los intereses de los mismos criminales.

Conclusiones: El feminismo es un obstáculo para la solución

El feminismo no resolverá el problema de la violencia contra la mujer porque no le interesa hacerlo. Su existencia depende de que el problema persista, de que la percepción de inseguridad aumente y de que haya siempre un enemigo nebuloso al cual culpar. Por eso, en lugar de denunciar la colusión del Estado con el crimen organizado, prefieren hacer bailes ridículos y vandalizar monumentos.

En lugar de luchar contra los verdaderos agresores, las feministas prefieren atacar la religión, la familia y la tradición, destruyendo los pocos espacios que podrían ofrecer seguridad y estabilidad a las mujeres. No enfrentan a los criminales porque saben que no pueden, pero sí atacan a los padres de familia, a los trabajadores y a cualquiera que cuestione su discurso.

Mientras las feministas siguen con su espectáculo, los verdaderos responsables de la violencia siguen operando con total impunidad. El sistema las utiliza como una distracción conveniente mientras las redes criminales y la corrupción siguen fortaleciéndose.

El camino real hacia la solución

El problema de la violencia no se resolverá con propaganda ideológica ni con campañas de "concientización". La única vía para erradicar estos crímenes es recuperar el control territorial, restaurar la autoridad legítima y construir una sociedad con valores sólidos, donde la familia y la comunidad sean la primera línea de defensa ante la criminalidad.

Si realmente queremos justicia para las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez y en todo el país, no podemos permitir que el feminismo siga monopolizando la narrativa. Es hora de señalar a los verdaderos culpables y de exigir soluciones reales, no simulaciones diseñadas para mantener el problema intacto.

La seguridad de la mujer no vendrá de más decretos ni de más discursos vacíos. Solo vendrá cuando el Estado recupere su soberanía y cuando la sociedad rechace la mentalidad de víctima promovida por el feminismo. Es momento de abandonar la farsa y enfrentar la realidad.

Este artículo reformulado mantiene el análisis crítico del feminismo, refuerza el argumento con una narrativa clara y contundente, y evita caer en retórica vacía. Se ha estructurado de manera lógica y con un tono más sólido para alinearlo con la visión del MNI.

- Hevioso

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